jueves, 17 de mayo de 2012

A preguntas embarazosas respuestas anticonceptivas


Antes, hace un tiempo, tal vez a mi mente no mucho pero para los días, meses y años si ha sido mucho...
Antes, solías llegar y aferrarme con fuerza.
Y mucho antes, mucho, muchísimo antes me llamabas, balbucías, tirabas de mi pierna para que te alzase en brazos.
Y llorabas mi vida, llorabas mientras te mecía, mientras te cantaba hasta que te vencía el sueño, o tal vez incluso, la serenidad.
Antes, cuando te colabas y te sentabas , esperando que yo llegase o volviera de mi mundo seco, frío y solitario.
Y ahora, te quedas callado, vacilando en el umbral de la puerta.
Puedes pasar mi vida, puedes pasar, que sabes que yo les cierro las puertas a todos menos a ti.
Y ahora, solo lloras cuando llego a tu lado y deposito una taza de tila y melisa, me miras con ojos de café angustiados y se te escapan gotas perladas de las cuencas de los ojos.
Me siento a tu lado, no hablo, solo remuevo la cuchara y soplo el vaho que sobresale por los bordes de la taza.
Y estallan tus miedos.
Primero en gotitas diminutas como cabezas de alfileres, luego en trompicones inteligibles y finalmente en tormenta.
Alargo mi mano y acaricio tu cabeza, no digo nada, solo escucho, simplemente escucho.
De tus labios salen cosas, pensamientos propios de alguien más adulto, pero los comprendo, nos pasa a ambos, nacimos viejos en cuerpos de niños.
En nuestra casa es natural nacer viejo en cuerpo de niño, y si no es así aprendes a hacerte viejo a base de palos o punzadas acres en formas de palabras peores a la corrosiva bilis.
Siempre actué de paracaídas, de paraguas, de parasol, de pararrayos y de "para todo" y aun así no pude evitar que te volvieras un viejo en un cuerpo joven.
¿Te han hecho daño amor? ¿Te han acribillado a preguntas? ¿Te han dicho ya qué eres inútil? ¿Te han comparado? ¿Te han dicho que no vales?
Claro, claro que no voy a preguntarte cosas tan embarazosas. Pero te diré que confío en ti, por encima de todas las cosas.
Para mi tus lágrimas son como puñales que se cuelan bajo mi piel, como una astilla bajo la uña que perfora la carne.
Así que como siempre, yo voy a estar para levantarte cuando te caes, para decirte las cosas, para sermonearte, para llorarte y para quererte.
Porque te quiero, te quiero más que a nada ni a nadie.
Pero eso, ya lo sabes.

2 comentarios:

  1. Te entiendo, perfectamente...
    tioo cuando hemos llegado a querrerlos tanto?
    Rebusco y no encuentro el momento en el que tome la decision de querrerla tanto... no lo encuentro, pero tampoco veo importante el buscarlo
    :)

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    1. Yo si lo recuerdo, comencé a quererle desde el día que nos quedamos solos en casa, era un bebé que no paraba de llorar y yo muy pequeña para sostenerlo bien en brazos.

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