miércoles, 28 de octubre de 2009

Se quedó así, medio helada, mirándose estática en el espejo.
Poco le importaban las gotas de agua que discurrían por su cuerpo tras la ducha, se percató que al haber puesto un calefactor en el baño el vapor no se había posado sobre el amplio espejo del lavabo. Ya no podía fingir que no se veía en el porqué los cristales estuvieran empañados.
Parpadeó centrando su mirada en un punto concreto de su cuerpo. Todo, claro está, sobre el insidioso reflejo del espejo.
Se puso de perfil, a izquierda y derecha, como los barcos que escoran.
Había algo repulsivo, grotesco y dantesco.
Y no era su cuerpo en sí, no estaba gorda, no veía disconformidades en ese aspecto.
Era otra cosa que la hizo sentirse pequeñita y atemorizada.
Que la dejó aun con menos autoestima de la que ya tenía.
“Es normal que no vayan a querer esto” se dijo mientras posaba una de sus manos en el espejo.
Era normal que se autocriticase así, pero era mejor mirarlo de esa forma y no todo color de rosa. Los tiempos habían cambiado y tenía que admitir que la superficialidad estaba a la orden del día.
Y con esa imagen y esas distorsiones…
Deseó no pensar en el final de esas frases mentales. Había admitido y dado por hecho que a todos les repugnaría, desde siempre lo había hecho. Una vez una persona incluso soltó un ligero alarido y dijo que: Es un asco, da grima.
Ella esbozó una sonrisa rota y falsa murmurando: Lo sé, lo sé…
Sabía que tenían razón, y le importaba poco, bueno, hasta que tenía un bajón.
Sabía que aunque la gente le dijera que no era nada, que no daba asco…sabía que decían eso para que estuviese feliz y no se preocupase.
Pero ella…¡Ay ella! Para ella era algo repugnante y realista.
Y si ella se sentía así y veía eso…¿Qué no verían los otros?
Con los años aprendió a camuflar la distorsión, pero cada noche, cada vez que se miraba toda barrera caia.
Y a veces, solo a veces , se le resbalaba una amarga lágrima por el rostro.
Por eso se escondía cuanto podía…u sino lo disimulaba con una autoestima brutal y que era muy criticada por su entorno.


Y es que hoy me apetecía rescatar este escrito de la libreta de los recuerdos, para recordarme ciertas cosas personales.

¿Qué es lo que tiene esa mocosa que tu no tengas de sobra?
Tu bella sonrisa no se puede comparar.
¿Qué hay de su pulso?
Sobrevalorado está.
Sobreestimado, exagerado.
Si con nuestros ojos él te viera.

Y en el dedo de esa tonta su anillo no está.
Y no toca el piano, ni canta así.
No te puede alcanzar.
Ella puede respirar.
¿Y qué?, no importa,
sobreestimado, exagerado.
Tendría que apreciar que eres especial
Si con nuestros ojos él te viera.

Si una vela toco sé que nada sentiré.
Si me cortas es igual no sangraré.
Y yo sé que ella está viva,
Y que muerta yo estoy
.
Pero sufro en realidad,
no diréis que no es verdad.
Aún me quedan lágrimas que derramar.

Tan sólo es destacable, en la miserable,
que muy viva está.
Sobreestimado, exagerado.
Todos saben que se trata de un estado temporal,
que se cura enseguida cuando llega el final.
¿Y qué? No importa.
Sobrestimado, exagerado.
Tendría que apreciar que eres especial
Si con nuestros ojos él te viera.

Si una vela toco sé que nada sentiré.
Sobre el hielo,
bajo el sol,
no cambiaré.
Y mi corazón responde,
aunque no late se rompe
.
Y yo sufro en realidad,
no diréis que no es verdad.
Y aunque sé que muerta estoy
Aún me quedan lagrimas que derramar